El dolor es una experiencia subjetiva, siendo siempre la mejor descripción la que es dada por la persona que sufre el dolor. Es decir, debe ser la propia persona la que identifique localización, intensidad y características del dolor; y en base a ello guiar un tratamiento. ¿Y si estamos hablando de un niño pequeño? ¿Cómo comunicarnos? ¿Es capaz de expresar su dolor?
La respuesta es SÍ. Un niño es capaz de expresar plenamente su dolor, solo que debemos usar el lenguaje y herramienta adecuada, teniendo en cuenta la edad y desarrollo cognitivo del niño. Sabiendo que esta evaluación será un reto constante.
Por ello, de entre las múltiples escalas creadas, me gustaría presentarles la “Escala Frutal Análoga”. Se recomienda para niños mayores de 5 años. No es necesario que el niño domine los números ni el orden de estos para describir la intensidad del dolor, sino que lo comparan con el tamaño de una fruta. Es una opción diferente y eficaz.
¿La usarías?
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