Es una técnica milenaria, de origen en la medicina tradicional china, donde se introducen agujas estériles de metal en puntos específicos de la piel, para tratar diferentes enfermedades. En 1979 la Organización Mundial de la Salud reconoció la eficacia y la seguridad de este método y publicó una larga lista de padecimientos que pueden ser tratados por Acupuntura.
Hoy en día, forma parte de numerosas guías clínicas e investigación científica que la sustentan.
Las patologías de mayor evidencia y uso en la práctica clínica de la acupuntura son: el dolor agudo y crónico tanto musculo esquelético como neuralgias, dolor articular (cuello, rodillas, muñecas, columna lumbar), enfermedades gastrointestinales, náuseas y vómitos, estreñimiento, alergias, parálisis facial, trastornos del ánimo, ansiedad, depresión y alteraciones del sueño, tanto en niños como adultos.
Se describen en el cuerpo humano 361 puntos de acupuntura clásicos, además de puntos extraordinarios y locales; con propiedades específicas dependiendo de su localización. Mediante la estimulación de estos puntos se logra mejorar el metabolismo, el trofismo, la circulación local y desencadenar respuestas reflejas en el sistema nervioso.
Disminuye los estímulos dolorosos, eleva el umbral del dolor y desensibiliza las fibras nerviosas afectadas, obteniendo una respuesta antinflamatoria y analgésica.
En términos de Medicina tradicional china, se impulsa la movilización de la energía (Chi) del cuerpo humano, armoniza el Yin y Yang, fortalece los órganos internos (órganos Zang Fu) y devuelve el equilibrio al ser humano y su entorno.
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